Rojos

Amanda Moore Relato Rojos

Para entender este relato, primero deberías leer ¿Puede salir Queen a jugar?


«¡Hola! ¿Qué tal? Si, somos nuevos por aquí. Hemos dado el gran salto al mundo swinger pero aún no estamos iniciados en él. Hemos visto y revisto vuestro perfil y nos han encantado vuestras fotos y lo que transmiten en ellas, además, coincidimos en lo que nos gusta. Nosotros somos Amanda y…«


Sábado 20:00h. Nos dirigimos al centro de la capital para tomar algo, cenar y disfrutar de una buena charla de verano en una terracita al fresco de la noche. Me siento a su lado, nos miramos y nos sale sola la risa. No lo podemos evitar, estamos nerviosos.

-¿Serán ellos?– Pregunté muy bajito

-Se parecen, quizás son.- Respondió

A no, han ido hacia la izquierda.– Apunté

-¡Hola! ¿Amanda?- Preguntaba una voz femenina justo detrás de mi. Al girarnos pudimos ver a una pareja atractiva, sonriente y algunos años mayores que nosotros. Nos pusimos rojos como tomates.

Perdonen si nos notan un poco nerviosos- Afirmé- Es la primera vez que estamos ante algo así, estamos muy verdes.- Concluí

-Tranquilos, es normal. tenían que habernos visto la primera vez ¡Fue un desastre! Menos mal que hemos ido aprendiendo de nuestros errores. -Dijo ella

Mientras hablaba, no podía parar de mirar sus labios rojos perfectamente maquillados y me perdí entre las comisuras de su boca. Observaba cada detalle de sus movimientos; como se movía al hablar, la bonita curva que hacía al sonreír o como asomaba su lengua tímidamente al pronunciar la D. Sus ojos avellana tenían forma atigrada y su mirada derrochaba dulzura a la vez que deseo. Él tampoco se quedaba atrás en cuanto a belleza física. Su metro noventa y la anchura de la espalda fue en una de las primeras cosas en las que me fijé. Su sonrisa era impoluta, brillante, sexy, atrevida. Me encantaba la forma en la que su pelo estaba perdiendo pigmento, dejando ver algunas canas por los laterales.


ERAN MUY SEXYS

Abaníquenme por favor. Gracias.

Después de tres o cuatro nigiris* y una copa de vino, la conversación sale de lo común y hablamos sobre sexualidad y gustos. Nos quedó claro que son una pareja muy discreta, que les gusta el jugueteo, la picaresca y el cachondeo. Un cuerpo y una cara pueden ponerte a mil pero, si además todo va acompañado con una mente muy interesante, ya te pones a dos mil.

*Nigiri: Base de arroz que se forma con las manos y que se cubre, generalmente, con un trozo de pescado crudo.

-¿Nunca has estado con una chica? -Preguntó ella sorprendida

-Siempre he tenido mucha curiosidad pero nunca he sabido como llevarlo a la práctica. Algunas amigas me han contado que de fiesta, otras que si tenían una amiga que era bisexual y un día se lanzaron ambas… En fin, que nunca lo he probado y me muero de ganas.- Comenté con los cachetes rojos ante tal confesión.

-Lo probarás, lo probarás…- Afirmó sin ápice de timidez.


Segunda copa de vino en una terraza situada en el centro de la capital que nos bebemos y sus labios siguen igual de rojos pero la copa siempre queda marcada con su boca. Nos sentimos cómodos, muy a gusto, como si los conociéramos de toda la vida. La charla da muchos giros pero siempre se reconduce por si sola hacia el sexo. Mientras el ambiente se seguía calentando por las historias que contábamos, ella pone su mano sobre mi muslo y juega con mi piel haciendo diminutos círculos con su dedo índice. Miro su cara y observo como sus ojos me miran con cierta picardía. Su boca hace una ligera mueca de sonrisa, confirmando así mis sospechas de que le gusto tanto como ella me gusta a mi.

Decidimos pagar la cuenta e invitarlos a la última en casa para seguir conociéndonos en un ambiente más íntimo. Ambos aceptaron la propuesta casi de inmediato, así que cogimos rumbo a nuestro piso. Ella se sienta atrás conmigo y él va de copiloto. A unos escasos 3 minutos de casa, se me acerca y posa su mano suavemente sobre mi mulso izquierdo mientras susurra en mi oído.

-Aún no sabes lo bien que te lo vas a pasar.

-Tienes razón, no tengo ni idea ¿Me das pistas?- Respondí con tono juguteón.

-No hay pistas, no hay nada planeado. Todo surge, todo sale, todo llega.– Apostilló.

-Tengo las expectativas muy altas- Dije -Llevo esperando este momento mucho tiempo.- Susurré en su oído mientras mi mano se deslizaba por el medio de sus muslos.

Las palabras dieron paso al contacto. Mi boca buscaba su cuello entre la negra melena rizada. Posé mis labios ligeramente sobre su suave piel y respiré su olor, su aroma. Ella metió sus dedos entre mi pelo y jugueteó con él. Giró mi cara delicadamente y la puso frente a la suya. Nuestros ojos se miraban y mi boca comenzaba a desconsolarse por tener sus labios rojos tan cerca. Tenía muchas ganas de lanzarme, saborear su lengua, lamer sus labios, probar su saliva; ganas de que sus besos rojos quedasen marcados por mi cara, por mi escote, por mi cuerpo, por mi piel. Humedecí mis labios con un poco de saliva porque ya estaba preparada para la acción. Justo en ese momento, mis ojos buscaron la complicidad de mi chico por el espejo retrovisor. y Aunque su mirada se centraba en la carretera, de vez en cuando, echaba una ojeada hacia nosotras para ir calentando motores.

Nuestras bocas se unieron justo cuando entrábamos en el garaje. No podía parar de tocar esa piel tan sedosa y, mucho menos, dejar de saborear sus labios rojos. Estaban calentitos, blandos, húmedos y suaves. Su lengua se enredaba con la mía a cada rato y, de vez en cuando, se escondía tímidamente pero, la mía, iba en su búsqueda y la invitaba a jugar. Ambas acariciábamos nuestros cuerpos con delicadeza, con suavidad, con dulzura. Mi mano se deslizaba por su piernas y, a veces, la metía por el medio de sus muslos sin llegar a tocar zona hot.


Después de pasar la llave dos veces, la puerta se abre. Les mostramos las diferentes estancias de la casa que, aunque suene muy high level, son dos habitaciones, un baño y una cocina que conduce a la sala de estar. Los invitamos a sentarse en el sofá en lo que preparamos algo de picoteo y abrimos una botella de vino. Mientras, pienso en lo que ocurrirá más temprano que tarde ¿Y si no nos gustan en la cama? ¿Y si no somos lo que ellos esperan? ¿Y si en medio del tema no quiero continuar? ¿Y si…

Y si, y si y si…. Todo lleno de quizás, todo lleno de incertidumbre, de dudas que no se pueden resolver en ese instante pero, lo que si tenía claro era lo que quería hacer. Quería comerme esa mujer. Quería besar, tocar, acariciar, lamer a esa mujer.

Apagamos la luz general para encender las pequeñas lámparas que tenemos repartidas por el salón. Ponemos algo de música tranquila y seguimos charlando sobre sexo. Presto mucha atención a lo que nos cuentan, ya que, hablar con alguien que ya ha tenido esas experiencias nos puede servir de gran ayuda en el futuro. Con tal conversación la temperatura empieza a subir y nosotros cada vez estamos más calientes.

-¿Quieres que lo traiga? Lo tengo en nuestra habitación. Espera un segundo.- Me levanté para acercarme al cuarto a traer lo que hablábamos,

-¡Pero que chulo!- Exclamó. -Siempre quise tener uno de este estilo y con esta potencia pero lo único que tengo es una balita.

-Pues si en la mano te parece una pasada, fliparás si lo pones en el clítoris a máxima potencia- Respondí

-Pues me gustaría probar a ver que…

No dejé que acabara la frase. Puse la mano en su rostro y comencé a besarla. Sus labios rojos ya no tenían el color tan perfecto pero su boca seguía siendo igual de deliciosa que hasta hace escasos minutos o más porque ahora sabía al vino que estábamos disfrutando.

-¡Vaya!-Exclamó mi chico– No me esperaba que te lanzases así- Dijo mientras tocaba mi culo con impaciencia. Ella le hace un gesto a su chico y este viene raudo a colocarse tras sus nalgas. Unos segundos más tarde mis pechos estaban siendo acariciados por tres personas que me apetecían mucho.

La situación cada vez se animaba más y yo iba a toda velocidad. Casi sin darme cuenta, mis pezones empezaban a asomar por el escote. Cada vez estaba más agitada y mis braguitas estaban sufriendo todas las consecuencias de tal excitación, ya que estaban comenzando a inundarse, tanto que mojé incluso mis muslos.

-Alcánzamelo- Dije a mi chico mientras señalaba el vibrador que había traído desde la habitación. Accioné el potente artilugio y…


¿Quieres más? No te pierdas mi siguiente relato.
Te dejo fantaseando.


Besos húmedos.


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