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Mi cita semanal en SexBoutique siempre me regala una anécdota. Hoy te cuento la última, es especial porque además incluye truco para romper con la monotonía.
Aproveché una consulta en La Laguna para pasarme por el espacio sensual del que podemos disfrutar en calle Herradores. Todas las tiendas SexBoutique tienen un detalle que las convierte en especiales. Esta te seduce con su aroma, una mezcla perfecta que te recuerda a tu niña interior, juguetona, pícara, olor a chuches de fresa y mora, muy dulce a la vez que ácido y embriagador. La música, con notas que recuerdan al chill out acompaña perfectamente al establecimiento y hace la estancia aún más amena, si cabe.

La asesora me recibió, al pisar territorio erótico con una sonrisa, a la cual le acompañaba un buenos días.
-Buenos días- Dije efusiva- quería ver que tienes nuevo. El otro día probé las bolas chinas y … ¡Quiero algo más que me sorprenda!
La chica sonrió y me llevo a la zona de los juguetes. ¡Que variedad tan abismal! Menos mal que yo estoy acostumbrada porque si no, me perdería entre tanto juguete. Me mostró uno que jamás había visto, una especie de estimulador de clítoris que no va por vibración, sino por ondas. Al principio la idea me sonó rara, pero al explicármelo con detalle, lo entendí a la perfección. Nunca había visto un juguete tan peculiar. Me comentó que la tecnología había creado este novedoso juguete para el descubrimiento del máximo placer. Explícita donde las haya, la muchacha consiguió aportarme un ingrediente imprescindible para captar toda mi atención.
-Además es de batería y completamente resistente al agua- Puntualizó.
-¡Ayyyyy, qué chulo!- Exclamé- ¿Y puedo usarlo en el agua?
-Claro que sí; es más, te recomiendo que lo pruebes con la bañera llena. Las ondas en el agua estimulan mucho más. Aclaró, saciando mi curiosidad.
No lo pensé más y me lo llevé. Necesitaba probar esa cosa tan nueva.
Una vez en el coche lo puse sobre el asiento del copiloto, pero no pude resistir la tentación… Mi curiosidad ganó (como siempre). Volví a mirar la bolsa, la cogí y saqué el juguete. Estaba muy impaciente. Abrí la caja, saqué el Satisfyer Pro2 (pulsa aquí para ver) y lo puse a funcionar. Casi ni se escuchaba, apenas hacía ruido. Apoyé mi dedo pulgar sobre la boquilla, tapándola por completo como había hecho la asesora en la tienda. Luego lo puse sobre el pecho y a continuación lo bajé a una zona más divertida y… Dios… Me dejan diez segundos más y tengo un orgasmo allí mismo.
Eran casi las 7, estaba oscuro, nadie en la calle y dejándome llevar por la emoción. «¿Qué haces Valentina? ¡Estás aparcada en el centro de La Laguna!» Así que, muy a mi pesar, lo aparté y lo metí de nuevo en su caja. Tomé rumbo a casa ansiosa.
Abrí la puerta apresurada y fui derecha al sofá con bolsa en mano. Abrí de la caja con prisas, levanté mi vestido y sin desprenderme de mis tacones rojos, bajé mi ropa interior suavemente hasta la rodillas. Activé el juguete a potencia media, abrí mis labios para despejar la zona y lo coloqué justo sobre el clítoris. Era una sensación placentera, pero completamente diferente al que había sentido con cualquier otro vibrador o con mis dedos. A la vez que la onda golpeaba el clítoris, sentía una especie de contracción sobre él, como si fuera una succión muy leve y placentera. Recordé las palabras de la dependienta, rollo «flashback « -Te recomiendo que lo pruebes con la bañera llena- Así que me dispuse a ello.
Me puse de pié de un salto, me quité los zapatos y terminé de desnudarme. Puse el reproductor con música suave y sugerente mientras comenzaba echar agua a la bañera. Cinco minutos después, se había llenado a la altura ideal con la temperatura que a mi me gusta. Le añadí sales, puse unas velas aromáticas sobre el lavabo. Me introduje lenta y suavemente en el agua, notando como invadía poco a poco mi fina piel. Miré el juguete, lo cogí con firmeza y mirándolo con ojos amorosos, le dije: «Tu y yo vamos a pasarlo bien hoy, baby» mientras me reía.
Potencia máxima, al agua y directo a la zona chachi. Esta vez la sensación se sentía mucho más intensa. El agua que hasta hace solo unos instantes bañaba mi clítoris, se había convertido en otra fuente de placer. Era extraño sentir como rebotaba todo aquello y como la onda se colaba en mi interior, estimulando hasta las raíces del clítoris. Comencé a gemir mientras mi respiración se aceleraba. En cuestión de segundos, la energía orgásmica me asaltó y sentí estremecerse hasta los dedos de los pies. La sensación del Satisfyer era tan diferente, que llegué al clímax de una forma que jamás había experimentado.
Satisfyer se ha convertido en mi nuevo mejor amigo. Como ya hay confianza, lo he bautizado como «Santi» y ese nombre esconde miles de secretos…
