Amigas invisibles

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Después de mi maravilloso encuentro con Santi, no podía dejar de contárselo a mis amigas, así que abrí el Whatsapp, fui a mi grupo preferido, “Wine Time”, y les conté con todo detalle mi fabuloso baño relajante. Diez minutos llevábamos hablando cuando Silvia soltó:

-¿Qué tal si nos vemos y nos contamos las cosas con una botellita de vino por el medio y le damos sentido al nombre del grupo?.

Y, como nos cuesta poco montar la fiesta, en un momento teníamos la quedada formada. La verdad, no fue fácil acordar un buen lugar y la hora, pero cuando se quiere se puede. Y nosotras queremos y podemos.

Antes de ir dónde habíamos acordado, pasé a recoger a Silvia que me quedaba de camino. Tenía unas ganas locas de contarle mi experiencia bolil.

-Según te fuiste me las puse. Lo más gracioso es que me vine arriba con música y todo ¿Te puedes creer?-  Comencé a contarle mi gran experiencia con su regalo mientras no parábamos de reír. Por el camino hasta llegar a la Laguna, cantábamos temas de la adolescencia, algunas canciones cursis e incluso el gran Raphael fue imitado nefastamente.

A las 21:30 estábamos Silvia y yo frente al restaurante donde habíamos quedado. Después de bajarnos más de una botella de vino, comernos el menú degustación del restaurante y juguetear con los camareros, se nos ocurrió la brillante idea:

-¿Y si hacemos un amigo invisible entre las cuatro? Lo llamaríamos amigas invisibles.

-¿Sólo las cuatro?, ¿no será demasiado poco?- Preguntó Silvia

-Mientras no se chiven unas a otras nadie lo va a saber. Si se tocan a sí mismas no vale y repetimos ¿Vale?-

Pedimos papel y boli a uno de los camareros y nos dispusimos a ello. “Nuria” leí en el trozo de papel que escogí.  Cuadramos el día que volveríamos a vernos para hacer entrega del regalo del amigo invisible. Sólo tenía una semana para buscar algo perfecto para Nuria y alguien le había tocado la misma tarea conmigo. -¡Qué peligro!- Pensé mientras me reía a carcajada limpie en el coche, pudiendo imaginar lo que se les ocurriría a las locas de mis amigas.

Los días siguientes transcurrieron con cierta normalidad. De aquí para allá, de consulta en consulta, de reuniones, de onanismo diario… Aunque debo confesar que el fin de semana me tenía intrigada. Soy como una niña cuando sabe que viene los reyes magos.

21:30 de nuevo otro sábado más, pero en distinto restaurante. Todas íbamos con una bolsita donde escondíamos nuestro regalo. Yo había escogido para Nuria una lencería súper sexy de la marca Obsessive y un Disco-libro de Marwan que sé que le encanta. Después de la sabrosa e interesante cena y dos botellas de vino después, nos dimos los presentes. Fui la segunda en entregar regalo y se quedó fascinada. La lencería era un vestido precioso, con transparencias y encaje que sabía que le iría perfecto.

-¡Valentina! ¡Es una chulada! Me encantan las dos cosas, pero la lencería es una maravilla. Es preciosa y tiene un tacto tan suave… ¡Muchas gracias!- Dijo mientras me abrazaba y me daba dos besos.

Llegó mi turno de recibir (Que mal suena). Silvia se me acercó y me entregó una bolsa enorme.

-Una polla enorme ¿no? Claro, como soy sexóloga de profesión y viciosa de vocación tenías que regalármela ¡Te voy a matar!

Mi sorpresa fue que al abrir el paquete no había pene gigante en ella, sino un marco con un collage nuestro en diferentes momentos de nuestras vidas. Fotos de la universidad, de fiesta, en la playa, en la boda de Nuria, en Londres… Rebusqué y vi otro paquete en la bolsa más pequeño y con forma de caja. Lo abrí enseguida y me encontré con esto:

-Como me contaste el otro día que te habían encantado las bolas chinas, no pude resistirme a comprártelo.- Dijo sonriendo

-Llevaba un tiempo haciéndome ojitos… ¡Eres la caña!- Le dije mientras la abrazaba y le daba multitud de besos en la cara, manchándole los cachetes de labial rojo. Impaciente (como siempre) lo abrí y lo puse a funcionar ¡Cómo vibraba el cacharro! Era impresionante la fuerza que tenía ese aparato tan pequeño.

-Chicas, se me está ocurriendo algo- Les dije mientras las miraba con perversión. -¿No está bueno ese camarero de allí? Pues con ese es con quien voy a estrenar hoy mi  

Ninguna se acababa de creer lo que había dicho, pero en el fondo saben que soy impredecible. La que peor lo pasó fue Nuria que es la más cortada de todas. Pero yo seguí en mis trece ¡Vamos que si lo iba a hacer!

Claro que sí. Ese camarero, el moreno de la barra, me va a estimular sin saberlo y me lo voy a pasar pipa,  ya veréis.

Huevo vibrador Alive - Sexboutique tu tienda de adultos - SexShop - Tienda EroticaDecida fui hacia el baño femenino y me introduje el huevo muy despacito, muy lentamente. Cuando ya estaba completamente dentro, le di al mando para comprobar que cumplía su función y…  Joder,  sí que la cumplía, sí.

Salí del servicio con el mando en la mano y con una sonrisa de oreja a oreja, mientras miraba a mis amigas. Me senté de nuevo a la mesa y le dije a Silvia que le dijese al camarero si podía adivinar para que servía ese mando. Todas reímos a carcajadas. Le hizo señas al chico para que se acercase a nosotras y el chaval vino servicialmente.

-¿En qué puedo ayudarlas?

-Te dejamos 5€ cada una de propina si le das a este botón de aquí- Dijo Silvia desafiándolo. El chaval, muy amable y atento, apretó el botón de encendido y empecé a notar la vibración en todo mi cuerpo.

-¡Esto es el mando de un vibrador!- Dijo el camarero riendo.

-Anda que ya lo sabías ¿eh? No eres listo tú ni nada- Respondí

-¿Y quién lo lleva puesto?- Preguntó curiosamente

-Si lo adivinas las que estamos solteras te dejamos nuestros números de teléfono- Dije pícaramente. El chico se desplazó un pelín hacia atrás y dándole al botón nos observaba a todas. Nuria estaba muerta de la vergüenza y el color de su cara le hacía competencia al mantel rojo. Silvia no paraba de reír y Marta ponía caritas mientras me señalaba disimuladamente o eso creía ella. Yo no dejaba de moverme sobre la silla, cruzando y descruzando los pies, llevando la mirada hacia el techo mientras cerraba los ojos… ¡Me delataba!

-¡Tú!, la rubia de pelo largo, ¡Eres tu quien lleva el vibrador!- Dijo el chaval mientras reía.

Empezamos todas a reír a carcajadas, mientras las cabronas de mis amigas me señalaban y me decían “Te pillaron Valentina, te pillaron”. El camarero nos invitó a un chupito por el buen rato y al traer la cuenta nos dijo “lo prometido es deuda”. Así, que le dejamos cada una 5€ de propina y Silvia y yo pusimos por detrás de la cuenta nuestros números de teléfono.

Y ¿Qué más puedo contar del resto de la noche? Que las muy perras de mis amigas se fueron pasando el mando entre ellas mientras estábamos en el garito y acabó rulando por todo el local. Así que sí, me fui muy contenta a casa, estimulada por más de dos veintenas de personas y muy feliz de la vida, mira tú por dónde…

¡Nos leemos muy pronto!

Besos húmedos.

Valentina Cross - SexBoutique - Tienda Erotica - SexShop

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